El
vínculo mágico que tiene el chamán con sus animales de
poder no es exclusivo de su figura. Cada persona
posee un animal protector que lo acompaña en el
transcurso de su vida y cuya pérdida transforma al hombre en
un ser vulnerable.
Absorbidos
por nuestra vida moderna hemos olvidado la conexión con la
naturaleza y con nuestros animales guías.
Es
una necesidad importante rescatar
la antigua relación entre el hombre y sus auténticas raíces
.
El
animal de poder no solo infunde fortaleza física y mental,
también aporta alerta y autoconfianza, además
posee un
conocimiento que puede abrirnos a la percepción de una
realidad más amplia que sobrepasa a la que experimentamos a
través de nuestros sentidos.
El
método más simple para conocer nuestro espíritu guardián
es ir a buscarlo por medio de
un viaje al mundo de
abajo .
Acompañado
por el golpeteo de un tambor la persona inicia su viaje para
encontrarlo.
La
forma más sencilla de iniciar el viaje chamánico consiste en
imaginar que ingresas por el hueco de tu árbol favorito,
sientes que penetras en esa abertura
y desciendes, de allí te conectas a sus raíces,
desciendes más y más… Existen miles de otros estilos
para el encuentro puede ser a través de una cueva, una
catarata, el agua, un espejo, un cuadro, una
chimenea. Es importante tu
entrega y abrir el corazón para vivenciar a pleno esta
experiencia.
El
modo de llegar no importa, saldrás al lugar indicado,
puede ser un bosque, una planicie, el desierto, un
arroyo, las estrellas, allí tendrás tu primer
contacto.
Esta
es una práctica espiritual donde la conexión con tu animal
de poder se irá profundizando con el paso del tiempo, como
también tu propia naturaleza sanadora.
Aquí
algunos relatos:
Juan
dice: “Escuché que el sonido del tambor estaba
muy lejos, yo descendía cada
vez más por esa cueva , veía estalactitas y estalagmitas de
distintas formas y tamaños. Sentía
frío y calor según por donde pasaba. Los lugares se
iluminaban y luego reinaba mucha oscuridad. En las paredes a
veces veía dibujos prehistóricos: de animales, de personas,
de arcos y flechas. Me quedo de pronto parado sin rumbo fijo.
Miro a todos lados y veo
que se abren varios caminos. Sé que debo elegir entre uno de
ellos, pero no me defino , dudo , entonces uno me
muestra una luz verde. Voy hacia allí . Un viento muy fuerte
me chupa y continuo para abajo. Caigo muy suave en un sendero
. Comienzo a caminar …caminar.
Me
encuentro con una pantalla gigante donde comienza a dibujarse
poco a poco un animal poderoso, una bella pantera negra.
Me mira y salta de ese lugar frente a mi. Siento en ese
momento una sensación muy especial de poder , de protección
, de plena confianza y mucha ternura. Nos miramos a los ojos y
ella se acuesta a
mis pies.”
Cristina
comenta su viaje: “ Cuando comenzó el golpeteo
del tambor , no sabía para donde agarrar iba de un lado para
otro, por el hueco del árbol no, por el agua tampoco , por la
cueva menos , estaba sin rumbo fijo . De pronto caigo , caigo,
caigo , como si fuera en un paracaídas sobre el desierto ,
aterrizo muy despacio, quedo así tumbado por un largo rato .
Escucho un sonido que va creciendo poco a poco, son como
galopes de caballo, me paro y los veo venir
. Pensé que me pisaban pero no, se suceden unos a otros como
flotando , yo comienzo a correr con ellos. Estoy flotando por
los aires también. Luego se van. Yo me desplomo cansado sobre
la arena. Miro a mi alrededor, hay diferentes
elevaciones, de formas raras, es como si estuviera en el
Cañón Colorado o en Talampaya. Estoy muy cómodo en este
lugar. Me siento y vuelvo a escuchar otro sonido que se va
acercando. Esta vez proviene del cielo son miles y miles de pájaros
que vuelan arriba mío . Yo levanto vuelo y los sigo por
diversos lugares. Es hermoso volar. Ellos se alejan y yo
aterrizo de nuevo en las arenas. No hace ni frío ni calor.
Escucho unos pasos muy fuertes ,observo unas piedras y allí
majestuoso un soberbio lobo gris , me anuncia que es mi animal
de poder . Yo me arrodillo para darle la bienvenida “.
Valeria
nos cuenta: ”Bajé por el hueco de un árbol que
se encontraba en el jardín de la casa de mi abuela en mi niñez
. Cuando ingreso veo ascensores, tomo uno de ellos y bajo,
luego se para, salgo, tomo otro que me lleva más abajo,
y así repito hasta llegar muy abajo en una especie de cueva.
Veo unos movimientos y me encuentro con un oso pequeño,
que se acerca a mi, lo toco, juego un rato, pienso
si es mi animal de poder, pero se va. Se presenta de
nuevo otro ascensor, me subo, baja, baja. Se
abre la puerta y entro al mar, nado, nado y veo un
montón de delfines que
me reciben, muy alegres, giran alrededor mío,
muchas veces y se retiran. Vuelvo a subirme al ascensor, esta
vez para en un bosque muy verde, con pájaros, con
mariposas, muy soleado. De pronto una ardilla sale de su
hueco corre hacia mi y me abraza. Es muy suave,
delicada, así permanecemos sin separarnos, dándonos
protección y afecto. Nos sentamos
mirando como se esconde
el sol en ese magnífico lugar. Sé que encontré mi
animal guía. Quiero permanecer en este sitio donde hallo una
paz celestial “.
El
animal de poder nos asiste en
las pruebas y desafíos con los que nos enfrentamos en nuestra
vida cotidiana, nos
orienta y nos protege.
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